I Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

Río de  Janeiro – Brasil

Del 25 de julio al 4 de agosto de 1955

Esta primera conferencia fue convocada por el Papa Pío XII y puso el acento en los evangelizadores.

Ya desde esta primera conferencia, los obispos describían el panorama social de nuestro pueblo latinoamericano. Desde entonces, advertían que pese al cúmulo de bienes que la providencia había depositado en él, no todos disfrutaban de tan rico tesoro y muchos de sus habitantes vivían en una situación angustiosa. Desde esta perspectiva, trataron los problemas sociales, las misiones, los indios, la gente de color, los inmigrantes y la gente del mar. Desde la Doctrina Social de la Iglesia llamaban a una triple tarea de iluminación, educación y acción.

Con el fin de difundir la fe  y de que esta forme integralmente el pensamiento, las costumbres y las instituciones de nuestro Continente, la Conferencia considera indispensable un clero numeroso, virtuoso y apostólico. La escasez de sacerdotes es analizada  como uno de los principales problemas y se hace un llamado para que la obra de las vocaciones sacerdotales se considere en todas las Diócesis como la obra fundamental e inaplazable. Con similar preocupación se abordan los temas del clero nacional, de los religiosos y de las religiosas.

Junto con la campaña vocacional, la Conferencia de Río de Janeiro llama a emprender una labor más intensa y profunda de instrucción y educación religiosa para no perder la rica herencia de fe del Continente. En esta línea trata de la organización de la cura de almas, de los medios especiales de propaganda, del protestantismo, de los movimientos anticatólicos y de la defensa de la fe. Para defender y contribuir a la solidez de la fe, se recomendó la lectura de la Biblia y el fomento de ediciones populares, la celebración del día nacional de la Biblia y la organización de cursos bíblicos.

En esta Conferencia, se decidió, además, la creación del Consejo Episcopal Latinoamericano – CELAM, con el objetivo de estudiar los problemas que interesan a la Iglesia en América Latina, coordinar actividades y preparar nuevas Conferencias del Episcopado Latinoamericano. Se ha considerado la creación de este organismo como uno, si no el principal aporte de la Conferencia de Río de Janeiro.

II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

“La  Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”

Medellín – Colombia

26 de agosto al 7 de septiembre de 1968

Al final del Concilio Vaticano II, Monseñor Manuel Larraín, presidente en ese momento del CELAM, solicitó al Papa Pablo IV convocar una segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano para la aplicación del Concilio en América Latina. En 1966, el CELAM la propuso oficialmente al Papa, quien la convocó en la Ciudad de Medellín (Colombia), con el tema: “La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”. Participaron 145 Obispos, 70 sacerdotes y religiosos, 6 religiosas, 19 laicos y 9 observadores no católicos, para un total de 249 participantes.

Esta Segunda Conferencia General centró su atención en la persona humana y en la sociedad latinoamericana y caribeña. Esta reflexión se encaminó hacia  la búsqueda de una nueva y más intensa presencia de la Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio Vaticano II.

En Medellín, se empezaba algo nuevo a escala de la evangelización en el continente. Se trata del inicio de un proceso de renovación eclesial y de una nueva etapa en la evangelización, como respuesta a los signos de los tiempos descubiertos por esta Conferencia.

La Conferencia produjo 16 documentos agrupados en tres núcleos:

  • Promoción humana: justicia, paz, familia y demografía, educación y juventud.
  • Evangelización y crecimiento en la fe: pastoral popular, pastoral de élites, catequesis y liturgia.
  • Estructuras de la Iglesia: movimientos de laicos, sacerdotes, religiosos, formación del clero, pobreza de la Iglesia, pastoral de conjunto y medios de comunicación social.

III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

“La Evangelización en el presente y en el futuro de América Latina”

Puebla – México

27 de enero al 13 de febrero de 1979

La III Conferencia General del Episcopado Latinoamericano se reunió con el deseo de desarrollar, profundizar y potenciar el sentido renovador del Concilio Vaticano II. Así, se proyectó hacia una nueva realidad en el Continente en los 10 años que habían pasado desde la Segunda Conferencia. El Papa San Juan Pablo II  se hizo presente en la inauguración ofreciendo las primicias de su pontificado. Hubo 356 participantes y su tema fue: “El presente y el futuro de la Evangelización en América Latina”.

Los Obispos, con ojos de fe y corazón de pastores, realizaban una visión histórica, sociocultural y eclesial de las tendencias de su tiempo y, a la luz de la Encíclica Evangelii  Nuntiandi, se preguntaron: ¿cuál es el designio de salvación que Dios ha dispuesto para América Latina?, ¿cuál es el camino de liberación que Él nos depara? La respuesta que encuentran y proclaman es que Dios nos llama en América Latina a una vida en Cristo Jesús.

Lo primero que hay que destacar en Puebla es la claridad lograda sobre los contenidos de la evangelización. Esto brindó elementos fundamentales para la comprensión teológica  de la triple temática en la situación de América Latina: la verdad sobre Jesucristo, la verdad sobre la Iglesia y la verdad sobre el Hombre. En esta III Conferencia la obra evangelizadora adquirió una fuerte dimensión cristológica y en la construcción de la comunidad cristiana se buscó  una mayor unidad y participación de todos y cada uno de los bautizados, cada quien desde su ministerialidad propia. Los aportes antropológicos de Puebla provocaron una reflexión centrada en el hombre y en la búsqueda de su dignidad.

Puebla señala también la importancia de la evangelización de la cultura y el trabajo pastoral con los constructores de la civilización del amor. Por ello, llama a una acción con los constructores de la sociedad pluralista y a una acción por la persona en la sociedad nacional e internacional. Bajo el dinamismo del espíritu, opta por una Iglesia sacramento de comunión y participación, una Iglesia  servidora y misionera, que debe asumir la planificación pastoral como camino práctico para realizar sus opciones  pastorales. Todo ello hará posible una participación libre y responsable, en comunión fraterna y dialogante para la construcción de una nueva sociedad verdaderamente humana y colmada de valores evangélicos.

La Iglesia es el núcleo central de Puebla. Reflejó una mayor autoconciencia histórica de nuestra identidad y peculiaridad eclesial, y que la misma Conferencia y su Documento, son un fruto, una aplicación, un desarrollo y una síntesis de la renovación conciliar sin precedentes en nuestra Iglesia Latinoamericana y del Caribe.

El Documento tiene 5 partes, 14 capítulos y 1.310 numerales.

  • Primera parte: análisis pastoral de la realidad.
  • Segunda parte: respuesta de la Iglesia – La Evangelización.
  • Tercera y cuarta partes: la aplicación pastoral para América Latina.
  • Quinta parte: opciones pastorales.

IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

“Nueva Evangelización, Promoción Humana, Cultura Cristiana ‘Jesucristo, ayer, hoy y siempre’”

Santo Domingo – República Dominicana

12 al 18 de octubre de 1992

Después de Puebla, se intensificó la reflexión sobre la evangelización de la cultura. En el contexto de la celebración del V Centenario de la Evangelización de América, se convocó a la Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, donde la Nueva Evangelización propuesta por el Santo Padre San Juan Pablo II fue interpretada como inculturación del Evangelio.

A la luz de la afirmación central de la fe en Jesucristo, el mismo “ayer, hoy y siempre” (Hebreos 13,8), los 360 participantes de la IV Conferencia evaluaron la acción evangelizadora. Sobre esta base, propusieron unos elementos centrales y renovadores hacia la Nueva Evangelización con un mayor compromiso por la promoción integral del hombre e impregnado con la luz del Evangelio. Esto llevó a  que los pastores reunidos en Santo Domingo, recogieran y actualizaran  la rica historia del pasado y, mediante un documento conclusivo, ofrecer una palabra de esperanza.

Santo Domingo tomó como eje de su reflexión la opción radical por Jesucristo, Evangelio del Padre, Evangelizador viviente en su Iglesia, Vida y esperanza de América Latina y el Caribe. Se relaciona, entonces, la Nueva Evangelización con  la realidad social, pero sin desvincularla de lo cultural.

Por ello, se habla de la urgencia de una Nueva Evangelización que proclame sin equívocos el evangelio de la justicia, el amor y de la misericordia. Se introduce así la dimensión promocional del hombre en el dinamismo de la evangelización, para lo cual se establece como respuesta pastoral, que la promoción humana es una dimensión privilegiada de la Nueva Evangelización y, dentro de ella, la opción por los pobres será la luz que inspire toda acción evangelizadora.

Habiendo sido recibido el Concilio Vaticano II en Medellín y Puebla, de cara a las necesidades y urgencias del nuevo milenio, esta IV Conferencia General de Santo Domingo se realizó bajo el impulso de la Nueva Evangelización. El gran acento de Santo Domingo esta puesto en la persona de Jesucristo.

El documento cuenta con tres partes, tres capítulos en la segunda parte, dos anexos y 303 numerales:

  • Primera parte: Jesucristo Evangelio del Padre
  • Segunda parte: Jesucristo evangelizador viviente en su Iglesia
  • Tercera parte: Jesucristo vida y esperanza de América latina y el Caribe

V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano

“Discípulos misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino la verdad y la vida”

Aparecida – Brasil

13 al 31 de mayo de 2007

Con la presencia e iluminación doctrinal del Papa Benedicto XVI, se celebró en Aparecida – Brasil, esta V Conferencia, del 13 al 31 de mayo de 2007. Su temática fue, “Discípulos Misioneros de Jesucristo para que nuestros pueblos en Él tengan vida. Yo soy el camino la verdad y la vida”.

Aparecida reafirma las grandes líneas eclesiológicas y pastorales de las conferencias anteriores: recoge el espíritu eclesial de Río de Janeiro, el espíritu de comunión del Concilio Vaticano II y de Medellín, el espíritu de participación de Puebla y el espíritu de la Nueva Evangelización de Santo Domingo.

Aparecida hace una gran opción por la vida, por un auténtico despertar misionero, con una mirada integradora de la evangelización y con una clara prioridad pastoral por el discipulado. En efecto: los grandes hilos conductores que permean las conclusiones de Aparecida son: la vocación, el discipulado, la identidad, la comunión, la formación, la misión y la vida.

Con una dinámica participativa y cercana al Pueblo de Dios, la V Conferencia enfatizó el método Ver-Juzgar-Actuar y se posiciona ante la globalización con una lectura crítica de la realidad, reafirmando la centralidad de la opción por los pobres, la defensa de la Creación, la sabiduría de los pueblos originarios, la prioridad de la familia, y la actualidad la vocación discipular y misionera de todo bautizado, entre otros grandes asuntos.

El gran acento de Aparecida está puesto en el discípulo misionero y en la conversión pastoral. A partir de Aparecida, la Iglesia de este continente se ha puesto en estado permanente de misión.

El Documento de Aparecida consta de 554 numerales, organizados en diez capítulos que, a su vez, constituyen tres grandes partes que reflejan el método Ver-Juzgar-Actuar.

  • La primera parte, titulada “La vida de nuestros pueblos hoy” está compuesta por dos capítulos: los discípulos misioneros; y mirada de los discípulos misioneros sobre la Realidad.
  • La segunda, denominada “La vida de Jesucristo en los discípulos misioneros”, incluye cuatro capítulos: la alegría de ser discípulos misioneros para anunciar el Evangelio de Jesucristo; la vocación de los discípulos misioneros a la santidad; la comunión de los discípulos misioneros en la Iglesia; y el itinerario formativo de los discípulos misioneros.
  • Por último, la tercera parte, se refiere a “La vida de Jesucristo para nuestros pueblos” y abarca otros cuatro capítulos: la misión de los discípulos al servicio de la vida; Reino de Dios y promoción de la dignidad humana; familia, personas y vida; y nuestros pueblos y la cultura.