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Esta propuesta nace a partir de dos constataciones. La primera es la necesidad de considerar un criterio adicional en la fase del ver, que es la primera parte del conocido método “ver – juzgar- actuar”, tan importante en la vida pastoral de nuestras iglesias. La segunda es la importancia de asumir las historias de las personas, tal como han sido recordadas y narradas, como un camino nuevo de conocimiento de la vida de un pueblo. Aspecto que ha sido muchas veces poco teniendo en cuenta en la planificación pastoral.
Ahí radica la importancia de recuperar las historias de vida y el método autobiográfico en general, como un recurso vital en la planificación pastoral con el fin de enriquecer la fase del “ver”. De esta forma la planificación pastoral resultará más eficaz e incidirá mejor en la transformación de la realidad.
En consecuencia la prospectiva narrativa no puede ser considerada una instancia facultativa, ni puede quedar reducida a un apéndice secundario o de tipo simplemente aplicativo en la reflexión teológico –pastoral. Ella “constituye una necesidad teológica y requiere ser asumida como el espacio imprescindible para mostrar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo” (Scaramuzzi, 28-29), el rostro de una Iglesia reveladora de la compasión de Dios para la humanidad.